ÁGAPE FRATERNO

Suscitar un espacio de introspección, reflexión e interacción sobre el significado que tiene la vivencia de la cuaresma y la celebración del misterio pascual, como máxima expresión de nuestra fe y la obra de salvación obra por Dios en favor nuestro.

¿Por qué hoy nos reunimos a celebrar un Ágape?

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Recordemos, que la Palabra de Dios nos habla sobre varios tipos de amor. El amor Phileo, que significa «amistad o cariño», es aquel que sentimos cuando estamos con un amigo o un familiar. Requiere de ir cultivando la relación con afecto y respeto. Cuando podemos valorar al otro, ser compañeros y cooperar mutuamente en las demandas de la vida, estamos fomentando este amor. Y con él aparece la lealtad y el compromiso hacia la otra persona.

Luego está el amor eros, que es el amor apasionado y particular que sentimos en una relación, en el que muchas veces llegamos a idealizar a la otra persona.
Pero hay un tercer tipo: un tipo más elevado de amor. Es un amor más espiritual. Es un amor incondicional, puro y desinteresado. Un amor en el que deseamos el bienestar y la felicidad del otro, donde muchas veces sacrificamos nuestro bienestar por el de la otra persona como una madre con su hijo. La expresión más grande de este amor Ágape es el Dios por cada uno de nosotros.

En la base del ágape no está el amor de un hombre que desea introducirse y hallar refugio en Dios (ni el de un hombre o mujer que quiere gozar del amor del otro hombre), sino el amor de Dios que busca y ayuda gratuitamente a los hombres, ya que Dios ha querido que los hombres sean felices:
«En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. Nosotros, amemos, porque él nos amó primero»

Creemos, señor, que donde están dos o tres reunidos en tu nombre, allí estás Tú en medio de Ellos. (MT. 18, 19 – 20). Tu Señor te has puesto a caminar con nosotros y tu paso se ha hecho paso en nuestro caminar. Ofrecimos tu pan, el mismo que ofreciste a tus Apóstoles en la Última Cena.

Gracias Señor por compartir  y quedarse con nosotros.